Y se largó el 2011, señoras y señores. Vecinas y vecinos.
Referentes y referentas. Punteros y punteras. Militantes y militantas.
Funcionarios y funcionarias. Periodistas.
Desde 1999 que –según nuestro modesto entender- no hay tanto
en juego en la puja política en nuestro país como la que ya se adivina y
percibe para este 2011.
En Ituzaingó ya son casi 6 los candidatos a Intendente que
están preparando su campaña (algunos ya empezaron y ¡cómo!) y sería muy
conveniente que se dieran pautas de convivencia mínimas y básicas para que los
vecinos del distrito, no solo no sufriéramos el avance de pegatinas y pintadas
que muchas veces afectan y afean nuestras viviendas, sino también para que
sigamos creyendo en las instituciones democráticas y este sea un año en el que
la misma contienda electoral nos atraiga y nos lleve a querer participar mucho
más.
Imaginemos una ciudad donde se van sucediendo los afiches y
las pintadas, sin agresiones, con tensión pero sin violencia.
Una ciudad donde los candidatos debaten en espacios públicos
para que los vecinos puedan conocer sus propuestas y no solamente sus
denuncias.
Una ciudad donde los que ganen llamen al resto a
co-gobernar, y no se encarguen de exterminarlos o comprarlos.
Una ciudad donde la diversidad no sea una declamación, sino
un derecho respetado en el sentido más amplio.
Una ciudad donde los padres y las madres comiencen a
preocuparse más por lo que pasa políticamente en Ituzaingó que por los
gobernadores y presidentes; y vayan hablando con sus hijos adolescentes del
tema y los vayan preparando para cuando ellos también tengan que ayudar con su
voto a decidir el futuro, que en definitiva es el suyo.
Una ciudad donde empecemos a ocuparnos de saber cuáles son
los organismos de control para ejercer sobre el intendente y los concejales
elegidos. Y que nuestro ejercicio cívico no se termine el día de la elección.
Si la mayoría de los deseos y deberes y derechos enunciados
en estas líneas no se cumpliere, muchos vecinos van a seguir teniendo motivos
para comentar como reza el título: “¡qué ciudad de mierda!”
Daniel Jorge Galst